Viaje y Cultura

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miércoles, 9 de julio de 2014

Ouro Preto, Minas Gerais: La ciudad patrimonial del oro





 El esplendor de la época del oro y los diamantes llevaron a la manifestación de magnificas construcciones; hoy, ciudad Patrimonio Histórico de la Humanidad, conservada y renovada como un museo a cielo abierto.
Por Javiera Silva Abalos desde Brasil

Una ciudad histórica que preservó, casi totalmente, su trazado arquitectónico original, una representación viva del esplendor del ciclo del oro, eso es Ouro Preto, donde ya existió una de las principales reservas de oro y diamantes del mundo. Esto permitió que, a mediados del siglo XVIII, el auge del oro manifestara verdaderos monumentos coloniales e iglesias barrocas con altos campanarios, además de puentes y calles de paralelepípedos de granito, estrechas y zigzagueantes. Construcciones hechas por manos esclavas y reflejo de la abundancia de minerales preciosos.
Fue en aquella época que Ouro Preto se consolidó como la capital del Circuito do Ouro o Estrada Real, caminos que conectaron, principalmente, Diamantina (norte de MG), Ouro Preto y Parati (litoral sur de RJ), además de otros poblados secundarios, para el traslado e intercambio de los minerales. Por aquí pasaba el oro y las piedras preciosas como diamantes, topacios (azul e imperial, este último sólo existe aquí), granates, turmalinas, agua marina y esmeraldas, minerales que aún son extraídos en la región.
En Minas Gerais, hicieron empeño en resguardar las monumentales construcciones barrocas de las ciudades históricas que constituyeron el Circuito do Ouro. Sobre todo, Ouro Preto, por ser la capital de Minas Gerais hasta 1897 y por contar con maestros del arte y la arquitectura barroca que diseñaron la ciudad.
Así, en la actualidad, pueden apreciarse verdaderos monumentos de arte como la Iglesia Nossa Senhora do Rosário, magnífica en su diseño y arquitectura, la mayor representación de la gran devoción del pueblo esclavo, quienes escondieron sus creencias en orixás y fuerzas de la naturaleza debajo del manto de los santos católicos, construyendo este y otros símbolos de su fe. Y la Iglesia de São Francisco de Assis, construida para la corona, esculpida y decorada por el consagrado maestro del arte sacra Antônio Francisco Lisboa, popularmente conocido como Aleijadinho, quien realizó el mayor aporte de producciones barrocas en Brasil. La iglesia, chapada en oro por dentro, posee esculturas de santos, óleos e vitrales, suntuoso reflejo de la abundancia de riquezas de la época, que actualmente se ubica al frente del anfiteatro que reúne a los artesanos de la piedra sabão (jabón en español), quienes hacen piezas de cocina, de ajedrez, cajitas, relojes y otros objetos esculpidos.  

(Igreja Nossa Senhora do Rosario)

Divinidad en el arte, junto a una historia de revolución, transmiten estas frías y altas paredes de Ouro Preto. Uno de los mayores movimientos de liberación del pueblo minero. Surgieron poetas, intelectuales, dueños de minas, que se rebelaron contra el dominio y la injusticia del imperio portugués, a causa de los altos impuestos, arbitrariedad e violencia. La llamada Inconfidencia Mineira fue desmantelada y sus integrantes juzgados por la corona en 1789. Tiradentes, quien se declaró jefe del movimiento, fue llevado a la horca y su cabeza expuesta frente a la casa de gobierno de Ouro Preto, antigua Vila Rica, donde hoy yace el Museo da Inconfidencia.
Para conservar las construcciones barrocas (destacadas en el panorama de la arquitectura mundial), las autoridades crearon leyes para garantir la preservación del patrimonio, primero en 1933 cuando fue nombrada Monumento Municipal, luego en 1937 declarada Patrimonio Nacional y seguidamente, con la creación del IPHAN, Instituto do Patrimônio Histórico e Artístico Nacional, que cuida y resguarda la historia y arte del país, el patrimonio material, intangible y natural de Brasil, y vela para que la ciudad de Ouro Preto, Patrimonio de la Humanidad (UNESCO, 1980), respete su historia, fiscalizando e generando conciencia tanto en los visitantes como en los moradores.
Para la historiadora Angela Leite Xavier, autora del libro “Tesouros, fantasmas e lendas de Ouro Preto”, luego que la Unesco la nombrara ciudad patrimonial, -“llegó mucho turismo, porque la divulgó por el mundo. El patrimonio debe ser preservado porque representa nuestras raíces, nuestra identidad como pueblo. Ouro Preto es la tierra de Tiradentes y el palco de la Inconfidência Mineira. También fue centro de arte barroca con el genio Aleijadinho, nuestro gran maestro de la escultura sacra.”-.
En cada cerro, un mirador, donde puede observarse el paisaje verde de Ouro Preto, inserto entre montañas, atravesado por un río, y por un tren (El Tren da Vale, que realiza paseos turísticos a Mariana), entregando a la imaginación varios motivos de inspiración; la ciudad tiene cerca de 13 museos, 21 iglesias y capillas, la Casa da Ópera que es el teatro más antiguo en funcionamiento de todo el país, la Casa dos Contos, que hoy presenta exposiciones y es abierto a visitas y el Parque dos Contos que como su nombre lo dice parece un cuento, atraviesa la ciudad por el medio, pasando por jardines y terrazas.
A esto se suma una vasta programación cultural y las representaciones tradicionales como los blocos carnavalescos y los Congados, que homenajean a la Virgen del Rosario, entre otras festividades religiosas. Festivales de jazz, de cine, de teatro, de corales, atraen más y más visitantes todos los años, cautivados por la ciudad, su gastronomía minera, sus artesanías, joyerías, chocolaterías, librerías y galerías de arte. Ciertamente, Ouro Preto es una ciudad histórica y cultural en lo que a preservación e integración del arte a la vida cotidiana se refiere. Podría decirse que el esfuerzo para ser merecedora de tal nombre, Patrimonio de la Humanidad, se ve reflejado en el resultado de ser una ciudad que inspira y transmite arte, lo que abrió paso a un turismo sustentado en su propio patrimonio, potenciando los elementos que forman parte de su historia y su cultura.


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