Curitiba
tiene la bondad de haber mezclado modernidad, estilo y tecnología, con cultura
y sustentabilidad. No es porque sí que ganó el premio a la ciudad más
sustentable del mundo en 2010 y que para muchos brasileros sea considerada la
ciudad-modelo del país. Aunque para algunos urbanistas esto es un mito, no deja
de ser una ciudad cuidada, organizada y bien planificada.
Texto y
fotos por Javiera Silva Abalos
No
pasan diez cuadras en la capital paranaense sin encontrar algún parque o área
preservada, con lagunas y animales salvajes domesticados por la urbe. La
integración de sus recursos naturales a la ciudad, junto con los innovadores monumentos
arquitectónicos, su ejemplar sistema de transporte, y sus variados programas de
reutilización de la basura y otros proyectos de sustentabilidad hacen de Curitiba
una ciudad moderna, proyectada y planificada, para algunos la llamada
ciudad-modelo.
Fueron
estas características las que el jurado de la Globe Fórum de Suecia evaluó a la
hora de darle el premio de la ciudad más sustentable del mundo en 2010, el
premio Globe Award Sustainable City entregado a fines de abril se sumó al entregado en Washington en enero
del mismo año, por la implementación de la Línea Verde de transporte, el Sustainable
Transport Award.
En una nota oficial del comité de jurados
divulgada en 2010 por la municipalidad de Curitiba, elogiaron el “abordaje
holístico con que la ciudad encaró los desafíos de la sustentabilidad” (…) “en
una clara demostración de la fuerte e saludable participación de la comunidad e
integración de la dimensión ambiental con las dimensiones intelectual,
cultural, económica y social”.
El jurado evaluó ítems como preservación de los recursos naturales, bien-estar social, inteligencia e innovación en los proyectos, cultura, transporte, confianza en el sector público y gerenciamiento financiero y patrimonial.
Si
bien para algunos lo descrito anteriormente coloca a Curitiba como la
ciudad-modelo, para otros esto es un mito, así lo describe Denisson de Oliveira
en su libro “Curitiba y el mito de la ciudad modelo”, junto con otros
urbanistas que tienen una visión más crítica, respecto a que una ciudad no por ser
bien planificada va a ser modelo, porque por más o menos planeamiento la
finalidad es la misma en todas las ciudades, lo que se ve reflejado en la forma
de organización geográfica.
Como en cualquier otra ciudad Curitiba tiene favelas, déficit habitacional, desigualdad y precariedad, El planeamiento de la ciudad fue "exitoso" en colocar estos problemas en porciones delimitadas del territorio, planeando el área incluida y el área “de afuera”. Según Oliveira, las contradicciones fueron organizadas pero no resueltas, lo que sería el ideal de una ciudad-modelo.
Como en cualquier otra ciudad Curitiba tiene favelas, déficit habitacional, desigualdad y precariedad, El planeamiento de la ciudad fue "exitoso" en colocar estos problemas en porciones delimitadas del territorio, planeando el área incluida y el área “de afuera”. Según Oliveira, las contradicciones fueron organizadas pero no resueltas, lo que sería el ideal de una ciudad-modelo.
Curitiba
fue urbanizada por una planificación rigurosa realiza en la década del 60’, que
comenzó con la creación del Instituto de Planeamiento Urbano (IPPUC) y el Plano
Preliminar de Urbanismo (PPU), en el cual participó Jaime Lerner, político y
arquitecto electo en 1971, y relecto en otras dos ocasiones, como alcalde de Curitiba. Este plano se distingue por tener una
estructura lineal, en oposición al crecimiento radial (para todos los lados) de
la mayoría de las ciudades. Se crearon 4 ejes estructurales, que partían desde
el centro e iban direccionados hacia los cuatro puntos cardinales, este, oeste,
norte y sur. Se caracterizó por la implementación de vías rápidas ida y vuelta
desde los barrios al centro, y vías exclusivas para el transporte colectivo. A
lo largo de los ejes se concentraron las tierras más valorizadas y los emprendimientos
de más alto padrón; al margen, y fuera de la estructura de ejes, se ubicó la
población sin condiciones para adquirir su morada en el plano urbano central.
A
pesar de la desigualdad, integrada a toda ciudad hoy en día, puede rescatarse
en Curitiba sus iniciativas en sustentabilidad: la Universidade Livre do Meio
Ambiente (UNILIVRE), fundada en 1991 por Lerner, la primera y única de Brasil,
es una de sus grandes e innovadoras iniciativas, al poner los conocimientos a
disposición de la comunidad, a través de educación ambiental y otros tantos
proyectos ecológicos, como forma de mejorar la calidad de vida global. Ejemplo
de esto es el proyecto Meu BioBairro, que busca desarrollar las áreas de
residuos sólidos, arborización y áreas verdes, conservación del agua,
adaptación climática y movilidad urbana, en los barrios de Curitiba.
Independiente
de que sea una ciudad-modelo o no, la planificación urbana de la capital de
Paraná permitió que hoy se estableciera como una de las ciudades más
innovadoras en materia de sustentabilidad. Curitiba brinda a sus habitantes
(actualmente más de 3 millones) espacios para el contacto con la
naturaleza, lugares para ejercitarse al aire libre, eventos de tipo cultural,
recreación, y variados proyectos en relación al crecimiento sustentable.
Las cifras dicen que en Curitiba hay 52 m2 de áreas verdes por habitante, mucho más
de los 16 m2 recomendados por la ONU; a esto se suma los 144 kms de ciclovías, los 26
parques y un sinnúmero de árboles, entre ellos, antiguas araucarias. Sus íconos
naturales y arquitectónicos más importantes son el Jardín Botánico, la Ópera de
Arame, el Parque Barigüi, los parques Tingui y Tanguá, el Museo de Oscar
Niemeyer, el centro histórico y su tradicional feria de domingo en el Largo da
Ordem, el Bosque do Papa, la Universidad del Medio Ambiente, entre otros.
Curitiba
es una ciudad que no tiene todas las respuestas a las problemáticas sociales,
pero al parecer fue pensada para sus habitantes, para evitar el stress y el desánimo,
entregando alivio, descanso y admiración a través de la valorización de sus
recursos naturales y patrimoniales.
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